1) Decidimos seguir la llamada retórica que Edgar Morin hace en una entrevista: encontrar el material en bruto del rodaje de Chronique d’un été, que lleva cincuenta años perdido en el laberinto del Archivo de Cine Francés. Morin anima a alguien a que haga un nuevo montaje, una vez encuentre el material, para redimir esa oportunidad perdida que fue desperdiciada debido a las restricciones de formato en los años sesenta, entre otras cosas.1
2) Decidimos buscar ese material fílmico y también buscar a Edgar Morin. Finalmente encontramos las veinte horas de material perdido. Las palabras mágicas, nuestro «ábrete sésamo» fue «¿Cómo vives?». Este es el título original del rodaje —con el que se habían archivado los rollos—, y no el título final de la película finalizada, que no lo referenciaba. Un año de llamadas telefónicas dio su fruto.2
3) Decidimos entrevistar a los participantes de la película, al asistente de producción, a aquellos que participaron en el montaje, y también a personas al azar en las calles de París. Les hicimos la misma pregunta, pero en un mundo que ha cambiado: «Cómo vives?».3 Invitamos a famosos directores de cine, filósofos y críticos, quienes están ansiosos de ver este tesoro desenterrado.4 Nada de esto ha sido usado.5
4) Florence Dauman, la hija del productor de Argos Films, toma una decisión por nosotros: no podremos usar ninguna imagen de la película original; ella nos ha pedido un precio exorbitante por el uso de cada minuto de la película original.6 Casi perdemos la posibilidad de usar el material en bruto también —aquel que nosotros habíamos encontrado con la ayuda invaluable de François Foucault, del Comité de Cine Etnográfico en Trocadero. Pero luego tuvimos éxito. La película se corta usando solo el material desechado.
5) Decidimos cortar la película en episodios. Creemos que esto podría reflejar los reality shows de la televisión, y así revelar «lo que pasó con la cultura europea», ya que estos dos productos son muy similares en su naturaleza. Es decir, Chronique d’un été es idéntica a cualquier reality en cuanto a su forma; sin embargo, hay una diferencia drástica en las intenciones éticas y estéticas de Rouch y Morin en 1961 y las de los productores de televisión de la actualidad. Decidimos hacer episodios de cuarenta minutos, y tantos como fuera
necesario.7
6) Decidimos grabar a Morin para la voz en off de la película. Se usan fragmentos de un texto que Morin escribió en 1961 —Crónica de una película—, que contiene una explicación detallada de lo que sucede en cada escena que filmaron, y está narrada cronológicamente. El texto tiene algunas notas a pie de página, que son las respuestas de Rouch al texto de Morin. Ellas también son incluidas en la voz en off de Morin. Decidimos cortar todas las otras secciones del texto que son teóricas o filosóficas para aferrarnos a las descripciones más
literales de lo que ocurrió durante el rodaje.8
7) Decidimos grabar a Morin leyendo su texto de 1961 en un estudio en París en el 2011, y filmarlo también en la cabina de sonido. Queremos que, al tiempo que se ven las imágenes del material descartado, se cree una experiencia metacinematográfica con el Morin del presente leyendo su propio texto del pasado, para que el espectador sea constantemente sacado del texto de la película y llevado al metatexto del momento del rodaje de la película.9
8) Decidimos reconstituir el orden cronológico, sin elipsis temporales, salvo pequeños reordenamientos microcronológicos dentro de la misma toma, en favor del ritmo y de la claridad, y muy ligeras yuxtaposiciones de significado.10 El montaje no debe ser impulsado por lo que pudiéramos llamar talento, ni por la habilidad del montador. La experiencia multidimensional de la nueva película es lo que necesita ser expuesta. El montaje debe aparentar no ser un montaje (aun sí el reordenamiento cronológico del material ha sido, de por sí, una labor quijotesca), para que se pueda resaltar lo que es un montaje. Ese el punto. Es decir, un montaje que se esconde, no para crear el efecto de la suspensión de la incredulidad, sino más bien con el fin de «mostrar lo que hace un montaje».11
9) Decidimos dejar las claquetas, los aparatos, los gritos de «acción», el gris, los errores, las discusiones técnicas, los rollos B, los cuadros sobreexpuestos, todo tal cual es. El hecho es usar un estilo que denote que el material en bruto no ha sido tocado, como un tesoro recién desenterrado, aun si trece horas de material han sido sustraídas. Una edición «hábil», a nuestros ojos, mataría la calidad archivística del proyecto. Crónica de una película necesita un montaje que se centre en zonas muy amplias de significado, y que siempre esté en una relación elíptica con la película original. Si bien el montaje original de Chronque d’un été es «magistral» —en la medida en que logra articular una película narrativa a partir de un material que no estaba hecho para ello—, esta versión, por el contrario, es una película sobre una película; una película sobre el hecho del montaje en sí. Por ello debe matar al monstruo de Frankenstein que ganó el premio de crítica en Cannes, allá por 1961. Crónica de una película está siempre en relación con una ausencia; es la sombra de una película que habita en la Historia del cine, un experimento cinematográfico inaugural tan determinante que definió la naturaleza misma de las imágenes que tenemos hoy delante de nuestros ojos.12
10) El nuevo film es una película sobre una película en una relación multiangular, elíptica, con una macrohistoria y una microhistoria.13
11) Decidimos no utilizar un dispositivo conceptual rígido en el que la nueva película y su sombra se habrían revelado abiertamente de una manera estructuralista. La nueva película también tiene que funcionar para una persona que no tiene ninguna relación con la película original. Tiene que funcionar en ambos niveles simultáneamente, es decir, conceptualmente, y como una articulación de eventos que le suceden a gente real. Tiene que ser multidiegética. Hay un orden en la cronología que mostrará algo, que expondrá el hecho de que los personajes y las situaciones efectivamente se desarrollaron, que los propios autores también se transformaron en relación con la película que ellos estaban rodando. También debe evidenciarse que la cámara estaba mutando, que el sonido sincronizado aparecía, y que el uso de la cámara en mano estaba siendo inventado sobre la marcha… todos estos elementos son los «personajes» mismos de la nueva película.14
12) Pensamos que la idea de los «episodios» no iba a funcionar, porque el texto de la voz en off no es lo suficientemente homogéneo; los capítulos no serían equilibrados. Decidimos hacer de la nueva pieza una película unitaria. Intuitivamente consideramos que debíamos aspirar a seis horas, algo que el cuerpo humano (apenas) puede soportar. Entonces, de repente, recordamos la entrevista de Morin, esto es, exactamente lo que él había pedido en su llamado retórico. Pedía que alguien encontrara ese material en bruto y editara la película una vez más, que alguien fuera hacia atrás en el tiempo y recuperara esa oportunidad perdida que lo había obsesionado durante cincuenta años. Tomamos la decisión de hacer una película
de seis horas de duración.15
13) Decidimos que este montaje no puede jugar un solo juego. Los intereses son demasiado amplios, las imágenes han adquirido textura, de la misma forma como un vino se añeja. Cualquier plano azaroso de París es ahora un plano histórico, los años sesenta son visibles entre las líneas, a través de las imágenes; las semillas de mayo de 1968 están allí. Hay una analogía evidente entre la Europa impotente de entonces y la de ahora, enfrentándose a un mundo que se le escapaba y se le escapa. Y está la relación con la Historia del cine, las bases de la nouvelle vague; las discusiones acerca de la realidad y la ficción, entre el cine como un medio transparente o como dispositivo que crea refracciones en la realidad. También está la reconstrucción de la Europa de posguerra, el primer testimonio del Holocausto en medio de la ficción y la dramaturgia; la película como psicoterapia; el momento inaugural de nuevas técnicas y estilos de filmación; preguntas acerca de la resistencia y preguntas acerca de la reinvención de formas de vida frente a la máquina del progreso. Por último, están los perfiles de dos grandes autores: Jean Rouch y Edgar Morin; la naturaleza de su colaboración, que cambió los paradigmas en el cine mundial...16
14) Esta aventura nos hizo pensar una cosa bastante extraña: cada individuo es como un montaje en la duración infinita del tiempo, un tiempo que vive en el contenedor lineal del cuerpo. Ese cuerpo a su vez reproduce el infinito, de nuevo en su interior. No hay ningún límite para la forma natural en que el infinito está siempre ya en juego en todos los rincones del universo. Oímos a Marilou —una de las participantes del proyecto de 1961, ya anciana— repetir las mismas palabras que había dicho en ese entonces acerca del suicidio que acabábamos de oírle decir en 1961 (vértigo de la imagen, que conserva lo que no tiene). Esta vez sus motivos eran otros: estábamos en Piacenza, ella estaba confinada a una silla de ruedas en un hospital, y se sentía sola una vez más.17