Television (un discurso)
2002-2007
Samper

El proyecto TELEVISION (AN ADDRESS) fue un pensamiento que avanzó por su cuenta durante unos 6 años, dicho pensamiento sobre la imagen ocurrió sobre la marcha, en público.

El proyecto en sí es una reflexión sin guión sobre la televisión, es el tipo de reflexión que se haría en privado, pero en este formato se hacía pública. Los invitados estaban frente a la imagen de la televisión sin un guión preestablecido y tenían que inventarse sus herramientas de ataque, en vivo, frente a la imagen arrazadora de la televisión.

El proyecto vino de una frustración frente a las discusiones incesantes en Nueva York, luego de los ataques de septiembre 11 del 2001. La conversación general giraba alrededor de qué hacer con la situación, o de por qué no se estaba haciendo nada. En algún momento parecía que simplemente se estaban moviendo de un lado a otro las posiciones, como si se tratara de una improvisación de jazz en el que nada es realmente improvisado y en la que todo el mundo encuentra una melodía que le es cómoda en una posición codificada desde hace mucho tiempo. Recuerdo que buscaba algún dispositivo que me permitiera encontrar una manera de salir de esta reformulación sin fin. Pensé que debía haber una especie de momento de shock, algo que pudiera producir otro tipo de entrega, un tipo diferente de discurso para confrontar una situación que parecía tan urgente y donde los medios masivos fallaban de una manera tan estrepitosa frente a las formulaciones de la administración Bush . En ese momento —año 2002— me habían ofrecido el uso de un servidor de streaming poderoso, que era algo totalmente nuevo, y no podía pensar en nada interesante que hacer con la posibilidad de en vivo. ¿Qué hacer con el uso de lo “en vivo y en directo”?

Hubo un primer momento en el que la cuestión era realmente imaginar una nueva reflexión sobre la imagen de la TV, que pudiera contextualizarla y revelar el aparato ideológico en su fabricación de consenso. En los primeros experimentos correo electrónico salía y una comunidad virtual en internet podía acceder a un enlace y ver una televisión retransmitida artesanalmente, en directo, de forma simultánea con el comentario de un invitado especial como voz en off. Luego hubo una segunda etapa donde yo "localizaba" a la audiencia y al narrador. En el momento de la Bienal de Praga del 2003, invitado por Sofía Hernández Chong-Cuy, arreglé las cosas para que Yvonne Rainer estuviera frente a un televisor el 4 de julio en mi apartamento en Brooklyn y un público concertado en Praga estuviera viéndola y oyéndola en vivo. Esto creó un diagrama, una dirección de la imagen, y es aquí donde creo que se hizo realmente interesante. El pensamiento sobre la re dirección de la imagen floreció. Yvonne estaba en Nueva York hablándole a la imagen de la televisión, el 4 de julio —la fiesta nacional americana, con toda su idiosincrasia mediática— y con la consciencia de estarle hablando a una audiencia Checa. A partir de allí me aseguré de que siempre hubiera un espacio concreto donde la recepción de la “transmisión de la transmisión” se llevara a cabo, es decir, que hubiera un público frente a una proyección, aparte de los que podían pinchar el enlace y verla en sus casas. Esta última palabra también se hizo muy importante, la palabra “proyección”.

Una vez que la idea de una dirección de la imagen apareció, entonces me puse a pensar en un aspecto del proyecto que había dejado de lado hasta ese momento. Yo había sido invitado por Fusebox Gallery, en Washington, para presentar un proyecto, y me desperté un día con la idea de hacer una transmisión desde Colombia hacia Washington. Puesto que Washington es precisamente el principal interlocutor de Colombia, la plataforma era evidente. Bueno, hay que decir que Washington es realmente un interlocutor sordo de Bogotá, más como un “locutor” sin el “inter”. Se trataba de invertir los roles, reorientar el flujo de la imagen. En lo concreto, invité al expresidente Ernesto Samper a que se dirigiera a Washington. Y no se trataba de poner a Ernesto Samper frente a George Bush, como si el uno fuera más santo que el otro. Todos sabemos que Samper como figura pública ha sido cuestionado a todos los niveles, así que cuando él habla no es tan simple como una redención simbólica de Colombia frente al líder corrupto del mundo libre.

La transmisión se fijó para el día de la posesión de Bush y en mi mente vi un espejo: una imagen que vuela desde el norte y se desvía (secuestrada, si uno quiere sonar peligroso), y es enviada de vuelta a Washington. Samper no tiene una visa para los Estados Unidos, fue juzgado y condenado por Washington, supuestamente por recibir dinero de la mafia de Cali para su campaña presidencial. Fue juzgado por el mismo Washington que se niega a ser juzgado por el Tribunal Internacional, el que mantiene prisioneros sin rastro ni juicio en Guantánamo, el mismo Washington que inicia una guerra, por más que la evidencia sea cuestionable, para liberar a los iraquíes de sus torturadores de Abu Ghraib (y no tengo que explicar cuán paradójico suena hoy este razonamiento de segundo grado ). La pregunta es ¿quién habla?, ¿quién juzga?, ¿quién hace las preguntas? Y, hablando con el lenguaje de la televisión, “¿quién “presenta” (anchor, ancla) la imagen?” El que “presenta” (anchors, el que ancla) la conversación es el ganador del juego de poder, no importa lo mucho que su política haya fracasado en toda posible dimensión.

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