La tirada “Rey Wen” del Iching y el Timewave Zero
2019
Fancois Bucher web 21

Terence Mckenna dijo: “El I Ching ve el tiempo como un número finito, irreducible de elementos distintos, del mismo modo que los elementos de la química componen el mundo de la materia. Según los sabios Taoistas de la China del período pre- Han el tiempo esta compuesto de sesenta y cuatro elementos irreducibles. A partir de las relaciones de estos sesenta y cuatro elementos he buscado erigir un nuevo modelo del tiempo que incorpore la idea de la conservación de la novedad y que sin embargo reconozca el tiempo como un proceso de devenir.”

EI I ching es una matriz espaciotemporal de la que el genio de Terence Mkenna supo extraer una “forma del tiempo” y la llamó timewave zero. La ola es fractal y tiende a un momento extremo, a la singularidad, como si hubiera algo que la atrae desde un lugar por fuera del tiempo. Aquí se ha colocado la famosa tirada Rey Wen, de donde Mckenna extrapoló la curva, como si fuera un patrón que emerge de una matriz aun más fundamental, un especie de blanco sobre blanco —o negro sobre negro— subyacente. De tal forma el grado cero de esta realidad, la materia esencial del espaciotiempo es un rizado de un arado aun más primordial y abstracto. Como si se tratara del todo que conocemos desplazándose sobre otro todo sin cualidades, una anti realidad, un no-tiempo sobre en cual se mueve el tiempo.

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En la novela de Sagan el personaje de Ellie manifiesta, en su biografía el timewave zero de Mckenna de varias maneras, algunas más intrincadas que las otras. Aquí nos podemos enfocar en una de ellas, la más simple. El tiempo en la vida de Ellie es un fractal: Ellie tiene una vocación de hacer contacto. La parte del fractal que alcanzamos a ver viene de la biografía de su padre quien perdió a su esposa, la madre de Ellie, y cuyo estatus de radio aficionado es una transferencia del intento de querer hacer contacto con su esposa fallecida. Ellie hereda la obsesión, pero la lleva al siguiente nivel del fractal, se acerca al centro. La coordenada psíquica de la niña, crea una playa arquetípica del contacto, el recuerdo del lugar donde otro ser humano fue alcanzado por su señal, un lugar muy lejano para ella, la playa de Pensicola, contactada vía la antena del aparato radial de su padre. Muere su padre y sigue su curso el mapa del fractal en su vida, del timewave zero que se aproxima al punto de singularidad, el contacto con el otro absoluto. Lo siguiente en el camino de la heroína es contacto del amor de pareja, con un hombre de fe; un vislumbre del amor, que le deja un amuleto indispensable, un salvavidas para el viaje psíquico total que habrá de emprender en el futuro, tras sobreponerse a su límite epistemológico, el trauma intrínseco de su racionalismo militante, de su atrofia en el órgano de la poesía y el amor. Luego en el punto de singularidad, en el punto cero de la onda del tiempo, se desprende de todo y comprende el amor universal, ya sin perfil, el padre amado vivo en la expresión del amor del Todo. Al final, en la singularidad ninguna particularidad es importante frente al entendimiento súbito de su corazón, “deberían haber mandado a un poeta”, alcanza a decir antes de convertirse en ello.

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