Compartimos la visión de un retorno a la acción de ‘fundar’, en la lógica de lo inmutable, re-sincronizada en el tiempo presente. La acción se basa a su vez en la ‘escucha consciente’ del orden natural. Buscar en cada contexto específico la coherencia interna, con el ritmo que mana de la tierra. La misma coherencia con la que se levanta un templo o con la que se atiende un jardín primario.
Más allá del jugador inmerso en el juego actual, está el configurador de los reflejos del orden. La energía se manifiesta en la forma; desde este entendimiento, somos indígenas de la tierra, recordando lo elemental. ‘En el pasado está clara la ruta del futuro’. Es decir que la memoria del futuro está escrita - letra viva - en el código ancestral. En ese manantial sigue vigente el primer acuerdo, el primer latido de la hija primogénita de la la luz, el agua.