Was Heisst Denken? (¿A qué se le llama pensar? ¿Qué nos llama a pensar?)
2018
Was Heisst Denken a qué se le llama pensar qué nos llama a pensar 2018
Was Heisst Denken? (¿a qué se le llama pensar? ¿qué nos llama a pensar?), 2018. Impresión digital blanco y negro, 64 x 51cm

En el año 2017 se desentierra una esvástica gigante en Hamburgo mientras se realizan excavaciones para construir un centro comercial. La fotografía periodística es transformada en una imagen alegórica, cargada de significados en el Siglo XXI. Aparece esta imagen tremebunda en un tiempo en el que retorna la ideología del odio de la extrema derecha en el mundo entero por un lado; y cuando, por otro lado se descubre, más y más, el trasfondo realmente esotérico —de tendencia tanatopolítica— del Nacionalsocialismo. El título de la foto periodística, convertida en metáfora viva, es tomado en préstamo de un seminario de Martin Heidegger, movilizándose el doble sentido filosófico de la pregunta “Was Heisst Denken?” —cuyo trasfondo más allá de “¿A qué le llamamos pensar?” y más allá también de “¿Qué nos llama a pensar?” es “¿Por qué no hemos siquiera empezado a pensar?”—. Ahí también está envuelto el misterio insondable de por qué el filósofo más importante del Siglo XX no se distanció definitivamente del evento social más devastador de esa centuria. La imagen de la irrupción arqueológica de una Cruz Gamada enterrada, fue un evento que anticipamos durante catorce años de vida en Alemania, lo que daría lugar a la creación de la obra que aparece en esta exposición.

La imagen hace alusión también a la naturaleza del trauma —ein böser Traum, pesadilla en Alemán—, donde el rompimiento en el orden simbólico de un primer acto de la trama es tan enorme que el individuo —y en este caso la colectividad— solo es capaz de asir su significado en el evento de su repetición —en un segundo acto—, mediante la formulación de un lenguaje absolutamente nuevo que estaba en gestación durante “el sonido y la furia” del primer acto. En ese nuevo lenguaje está latente una oportunidad: que la misma fuerza matriz de la colmena, que desde tiempos inmemoriales está ligada a la Swastika, se torne en la otra dirección posible, la del amor y el servicio.

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En la novela Contact y en la película que lleva el mismo nombre Carl Sagan —y probablemente su esposa Ann Druyan quien trabajo en el libreto— se hace una extraordinaria movida para poner de manifiesto la presencia del pasado, tema básico de las claves que ellos están conscientemente dejando regadas en la trama, en diferentes registros y con cargas interpretativas radicalmente diversas. Siguiendo el camino del pie de página número 3 de este texto, hay también un primer nivel en las razones de Sagan de crear una ficción en la que la civilización de Vega le hace eco al discurso de Hitler. Ese primer nivel es tecnológico, lo dicho: es la primera transmisión televisada de suficiente poder para atravesar la ionosfera y seguir viajando por el espacio. Ese factor esta expresado también en la secuencia inicial de la película, que explicita de forma cinematográficamente genial, cómo una onda se aleja de la tierra, y cómo al hacer esto también se acerca al pasado. Esto de plano también explica de manera didáctica la radio astronomía: las microondas que percibimos desde la tierra vienen expandiéndose desde el origen del universo y son una presencia tangible del Tiempo total en el ahora. Pero hay otros niveles del porqué usar ese discurso. Una de ellas puede ser que Sagan consideraba que el Nazismo —ante todo la ciencia esotérica inmaterial del final del Siglo XIX y principios del XX1 que el Nazismo cooptó para el mal— era un punto de calor en el tiempo. Era un vórtice de fuerza orgánica, algo que esta aun presente y aun impensado: de ahí el advenimiento de esa fuerza, que aparece como enfermedad en nuestra era, de nuevo… por no haber sido pensada aún por fuera de la trama fatal que le dio el Nazismo y su cohorte transhistórica… como en el título del seminario de Heidegger.

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