Pensé en un laberinto
Pensé en un laberinto, 2017 Óxido de hierro, tiralíneas, estarcido Dimensiones variables

“Pensé en un laberinto de laberintos, en un sinuoso laberinto creciente que abarcara el pasado y el porvenir y que implicara de algún modo a los astros.” Una frase de Jorge Luis Borges (1899 – 1986), en el cuento El jardín de los senderos que se bifurcan (1941), que expresa —como si fuera una Matrioshka o muñeca rusa— la naturaleza de la trama del cuento en la cual cada evento contiene la clave de otro evento, ad infinitum.

En la novela Contact, el momento del contacto de Ellie revela que cada aspecto de su vida fue/es/ será una realidad programada por una inteligencia solo perceptible desde el punto de vista del evento final por fuera de la lógica del tiempo lineal. Todo estaba en su sitio para que pudiera gestarse la situación que daría cabida al contacto. Cada una de las palabras de la parábola que describe el contacto está ligada con todas las demás, y el sentido de cada una de esas palabras o factores es extenso, eterno aunque al mismo tiempo es restringido y anecdótico (encarnado/incorporado en el sujeto Ellie). Ellie es prototipo del humano (el/la buscador/a), en el plano vertical; por otro lado, el templo cósmico que hace de telón de fondo del encuentro es arquetipo (el escenario atemporal para el/la buscador/a), en el plano horizontal.

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